Cuando por la mañana el periódico vino
hasta mí, todo trágico de tu muerte fatal,
yo maldije en mi cuarto, nervioso, a ese Destino
que si nos hace bien es para hacernos mal.
Y he cerrado los ojos para ver tu camino:
pobrecito poeta, lunático y sensual
¡que como Verlaine, ebrio de fervor y de vino,
dabas tu paradójico verso sentimental!
Y ya ha pasado el bohemio “café” de media noche
y la pareja oculta del retardado coche…
y, al pensar en lo irónico de tu suerte tan dura
y en todos los que aún creen que es muy bueno soñar,
como loco en mi cuarto de esta nueva amargura
he cerrado la puerta y me he puesto a llorar…
Lima, 16 de febrero.
[Juan Parra del Riego, en El tiempo, febrero de 1917.
Reproducido en Telúrica y magnética 2]
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